Todo lo que necesitas saber del abecedario y su pronunciación

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Aprende el alfabeto del español

Una de las primeras cosas que debemos aprender al estudiar una segunda lengua es el alfabeto, y dentro de él, la pronunciación que tienen los diferentes símbolos a los que denominamos letras. Una letra es la representación gráfica de uno o varios fonemas de una determinada lengua.

El alfabeto español es una variante del alfabeto latino, al igual que la lengua española es una lengua derivada de antiguo latín, y con el que tiene mucho en común. El alfabeto español consta de 29 símbolos: A, B, C, CH, D, E, F, G, H, I, J, K, L, LL, M, N, Ñ, O, P, Q, R, S, T, U, V, W, X, Y y Z. Las agrupaciones de dos letras CH y LL se denominan dígrafos y equivalen a un solo fonema /ĉ/ y /ʎ/.

Las grafías K y W son muy escasas en español y normalmente aparecen sólo en préstamos extranjeros o en cultismos que se han ido integrando en la lengua española en épocas modernas.

La grafía Ñ se corresponde al fonema nasal palatal sonoro /ɲ/. Este sonido, que existe en las lenguas romances, en otros idiomas se representa por un dígrafo: nh en portugués, gn es francés, ny en catalán, etc.

La grafía Q va siempre acompañada por la U, y ésta última es muda, es decir, no se pronuncia nunca en este caso. Ejemplos: qué quién, queso. Solamente se utiliza con los grupos QU + E y QU + I, y su sonido es /K/.

El símbolo C lleva asociados dos fonemas. Si va acompañado de A, O, U, su sonido es /K/, oclusivo, velar, sordo; pero si va acompañado de E, I, su sonido es /θ/; fricativo, interdental, sordo.

Una de las letras que también tienen un sonido muy particular del español es la J, que representa al fonema /X/. Este fonema se define como fricativo, velar, sordo. Generalmente siempre va acompañado por A, O, U; pero existen algunas excepciones a esta regla, como en el caso de la palabra jirafa.

La G es otra de las grafías que equivale a dos fonemas. Representa al fonema /X/ si va acompañada de E, I; y al fonema /G/ si va acompañada de A,O, U. Si tenemos las combinaciones GUE, GUI; la U se vuelve muda y se pronuncian /GE/, /GI/.

En cuanto al sistema vocálico del español es bastante simple. Consta de cinco vocales A, E, I, O, U que siempre equivalen a los mismos fonemas, excepto en los casos más arriba mencionados en los que la U se vuelve muda al estar en contacto con la G o con la Q.

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Aquí podrás ver las letras del abecedario y su pronunciación.

A

Origen gráfico:

De la alfa griega y ésta del alph fenicio

Ejemplo de uso: Abeja

A, primera letra y primera vocal del alfabeto español y de la mayoría de los alfabetos de las lenguas indoeuropeas. Al parecer su forma se originó en un jeroglífico egipcio de escritura hierático-cursiva que representaba la cabeza del dios Apis. Se tiene noticia de que su primer nombre era ahom.

Los fenicios llamaron a esa letra alph (‘buey’), por su remoto parecido con la cabeza y los cuernos de ese animal. Los hebreos la llamaron aleph. En el antiguo alfabeto griego se convirtió en la letra alfa; ésta, a su vez, pasa a ser la letra A del abecedario romano cuya forma y valor se perpetuaron en todos aquellos alfabetos que se derivaron de él.

En la actualidad la A del español representa el sonido que se produce al abrir la boca, separar los labios para dejar pasar el aire y colocar la lengua ligeramente curvada y apoyada en el hueco de la mandíbula inferior, mientras vibran las cuerdas vocales. Así suena la A de ‘mamá’, ‘cuál’, y ‘par’, que apenas mantiene diferencias apreciables con su pronunciación en los distintos países que hablan nuestra lengua.

B

Origen gráfico:

De la beta griega y ésta del beth fenicio

Ejemplo de uso: Barco

B, segunda letra y primera consonante del alfabeto español; existe un signo equivalente que ocupa el mismo lugar en los alfabetos griego, hebreo y árabe entre otros. Su nombre es be. Actualmente se usa el nombre griego de la B, beta, (del fenicio beth) para formar la palabra ‘alfabeto’. Los fenicios formaron esta letra a partir de la representación de una grulla de un jeroglífico egipcio, pero la llamaron beth, “casa”.

Se puede explicar la evolución del signo de la siguiente manera:

La letra B de ‘cabeza’, ‘bruma’ o ‘Bogotá’ representa el sonido que se produce al juntar los labios, para provocar una implosión en la salida libre del aire por la boca, cerrando el velo del paladar y haciendo vibrar las cuerdas vocales. En español, no existen grandes diferencias de pronunciación de esta consonante y sólo se hace muy breve cuando va en posición final de palabra como en “club”. En algunas zonas de España y en países americanos, como México, se distingue el sonido que representa la letra B con el que representa la letra V, pero normalmente no se distingue.

C es la tercera letra del alfabeto español y de otras lenguas romances. El nombre de esta carta en español es «ce». El símbolo proviene del latín C al curvar la letra griega Γ (gamma) que se originó del símbolo fenicio llamado gimel, o camello, que proviene de un símbolo egipcio.

La letra C que proviene del latín arcaico se pronunció de dos maneras diferentes: una fue similar a la actual GA, GUE, GUI, GO y GU, que desapareció en la época clásica y la otra fue equivalente a CA que eventualmente se abriría paso en las lenguas romances. Desde el siglo XVI, la letra C en español ha representado dos sonidos. El primero de ellos es el sonido C representado en las palabras «cama», «copa», «cuna», «clima» y «cráneo» y se usa en todos los países de habla hispana. El sonido se produce al acercar la parte posterior de la lengua al paladar blando y liberar aire en una pequeña implosión sin hacer vibrar las cuerdas vocales. Este sonido se produce cuando la letra C es seguida por las vocales A, O o U, antes de las consonantes L e Y, y cuando forma parte de un grupo de consonantes, como en la palabra «pacto».

El segundo sonido es como el sonido Z y se produce al llevar el frente de la lengua a los dientes superiores y forzar el aire a través de la barrera sin vibrar las cuerdas vocales como se escucha en las palabras «cena» y «cine». En la mayoría de los países de habla hispana de las Américas y algunas regiones de España, el sonido C en estas palabras se pronuncia realmente como S. Esta tendencia se conoce como pronunciación con un «seseo».

En español, la letra C se puede combinar con la letra H para formar el dígrafo CH, lea «CHE». La letra se realiza colocando la punta de la lengua en el paladar y soltando rápidamente la lengua a medida que fuerza el aire a través de la barrera sin vibrar las cuerdas vocales. Este sonido se encuentra en palabras como «chocolate» y «corcho», así como en otras palabras, de los diversos dialectos que se encuentran en todo el mundo español.

D

Origen gráfico:

De la D latina y ésta del daleth fenicio

Ejemplo de uso: Delfín

D, cuarta letra de los alfabetos que proceden del griego y del latín. Su nombre es de. Tuvo su origen en un jeroglífico egipcio que representaba una mano. Cuando los fenicios adoptaron este signo, recibió el nombre de daleth (‘puerta’) por su parecido con la abertura de una tienda de campaña. Semejante parecido se puede apreciar en la letra griega Δ, cuyo nombre delta, se deriva de daleth. En español, el sonido D se produce al apoyar la punta de la lengua en los incisivos superiores, formando así una barrera por la que pasa el aire produciendo una pequeña explosión, mientras vibran las cuerdas vocales. Es el sonido de ‘dedo’ y ‘drama’.

Apenas existen ligeras variaciones en el área del español. Sólo existe una pronunciación relajada cuando está en posición intervocálica, como en ‘sobrevolado’, y en el final de palabras como ‘Madrid’; en esta posición puede convertirse en otros sonidos por razones dialectales

E

Origen gráfico:

De la E latina y ésta de la épsilon griega

Ejemplo de uso: Elefante

E, quinta letra y segunda vocal, la más frecuente, del alfabeto español. Su nombre es e. Su forma, sin alteración alguna, procede de la quinta letra del alfabeto romano clásico, que era una adaptación de la letra griega epsilon (Ε, ε). La letra griega se derivó de la semítica he, que a su vez era el desarrollo de un jeroglífico egipcio, origen último de la letra.

La E representa un sonido que se pronuncia abriendo la boca menos que para pronunciar A, elevando y curvando ligeramente la lengua hacia la parte anterior del paladar y estirando levemente los labios hacia los lados. Actualmente en español no existen diferencias apreciables en la pronunciación de la E, que adquiere nasalidad en contacto con una consonante nasal, como en ‘ven’, ‘menta’ y ‘peña’; se relaja, pero nunca se hace muda en posición final no acentuada, como en ‘cómplice’.

F

Origen gráfico:

De la F latina y ésta de la digamma griega

Ejemplo de uso: Fresas

F, sexta letra y cuarta consonante del abecedario actual español y de los alfabetos latino y griego antiguos. Su nombre es efe. En griego era digamma, por su parecido con dos gammas mayúsculas que estuvieran superpuestas, y era la letra griega para el sonido G. Su pronunciación se parecía al sonido actual de la letra inglesa W en ‘Washington’. Finalmente la lengua latina asignó a la letra V ese sonido W y la letra F pasó a representar el mismo sonido que tiene en español, como en la palabra ‘fin’. El sonido de la letra f se produce al poner en contacto los incisivos superiores con el labio inferior, formando un paso estrecho para el aire, que pasa rozando, al bajar el velo del paladar y sin vibrar las cuerdas vocales.

G

Origen gráfico:

La mayúscula deriva de la C latina a la que se le añade una línea horizontal en el siglo III a.C. para representar un fonema que el latín no tenía y que era una variante de la C.

Ejemplo de uso: Girasol

G, séptima letra del alfabeto español y de otros alfabetos procedentes del latín. Su nombre es ge. La mayúscula o capital G se deriva de la letra C del latín, que procede a su vez de la letra griega Γ gamma, que se trazó redondeada a partir del siglo VII a.C. La letra latina C representó a la vez los sonidos, /g/ y /k/ hasta el siglo III a.C., que fue cuando se modificó el carácter para llevar a cabo la distinción del sonido /g/. Una vez realizada la diferencia, la nueva letra ocupó el lugar que tenía en el alfabeto griego la Z, pero no se usó en latín. La minúscula moderna g evolucionó a partir de una forma que surgió en el siglo VII.

En español, la letra G representa dos sonidos: uno ante a, o, u, que se produce al poner en contacto la parte posterior de la lengua con el paladar blando, produciendo una barrera que atraviesa el aire para salir formando una pequeña explosión; las cuerdas vocales vibran. Este sonido es el de la G en ‘gato’, ‘cargo’, ‘Paraguay’. También tiene ese sonido cuando lleva detrás una consonante, como en ‘gracias’. El otro sonido de la G es el que representa cuando va delante de e o de i, que es como la J del castellano, en ‘gente’ y ‘girar’. Se escribe una U muda entre la letra G y las vocales e, i, para que tengan el mismo sonido sonoro que ante a, o, u y consonante como en las palabras ‘sigue’ y ‘siguiente’.

H

Origen gráfico:

De la cheth semítica, que representaba en Grecia y Roma un sonido aspirado. En latín el sonido se fue perdiendo

Ejemplo de uso: Helado

H, octava letra del alfabeto español y de otros alfabetos procedentes del latín. En español se llama hache. La letra procede de la semítica H, cheth, que representaba tanto en el alfabeto griego como en el latino un sonido aspirado parecido al que existe en árabe o en inglés. En el latín hablado, poco a poco, fue desapareciendo o degradándose la aspiración. Se mantuvo como letra escrita para representar algunos sonidos del griego, como el espíritu áspero. También se combinó con algunas letras para reproducir sonidos aspirados procedentes de otras lenguas. Como resultado de todo ello, la letra H pasa a ser muda en las lenguas románicas.

En castellano la letra H se mantiene muda y su aspiración es propia de algunas variedades dialectales. Se combina con el signo C para formar la CH, dígrafo que tiene un sonido palatal, como en ‘choque’. Es una letra muda en otras lenguas. La letra H se combina con otras consonantes en dígrafos para representar varios sonidos consonantes: así CH en francés o portugués, que suenan como SH del inglés; LH y NH del portugués suenan como LL y Ñ del español.

I

Origen gráfico:

De la I latina y ésta de la iota griega

Ejemplo de uso: Iceberg

I, novena letra y tercera vocal de los alfabetos español, griego y romano. Los griegos la llamaron iota a partir de su nombre semítico, yodh, que significa ‘mano’; procede de la forma que tenía este signo en el alfabeto hierático egipcio; éste evoca algún parecido con una mano que tuviera el pulgar estirado y separado. El punto que lleva la i minúscula se empezó a usar con carácter general en el siglo XI. Originariamente fue un acento, que sirvió primero para indicar la existencia de una vocal larga y más tarde para distinguir las dos íes, i i, escritas de la u, así como para marcar la letra i en las combinaciones iu e ui.

J

Origen gráfico:

Aparece en el XVIII, alternaba en la grafía con la X.

Ejemplo de uso: Jamón

J, décima letra y séptima consonante del alfabeto castellano. Su nombre es jota, porque surge de la letra griega iota. Es la última letra incorporada al alfabeto y a la lengua escrita. El signo J apareció primero en el abecedario romano, y a veces se utilizaba para indicar el carácter largo de la vocal I, pero otras veces se usaba sencillamente como una I mayúscula. En la edad media inicialmente su forma alargada (J) se usó con carácter ornamental muy a menudo, así como en la escritura de cifras. Hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XVII no se utiliza la J inicial. Tuvo que pasar casi siglo y medio para que apareciera regularmente impresa en los libros europeos. Por lo tanto, mucho después de la invención de la imprenta la J no era más que una mera variación caligráfica de la I. En latín y en español antiguo podía tener el valor de una vocal o de una semivocal, así como mostraba un uso restringido de su función como consonante en cualquier posición de una palabra. Eso explica las variaciones ortográficas que aparecieron en dos palabras del español bien conocidas: México / Méjico y Quixote / Quijote.

En el español moderno esta letra representa el sonido que se produce al aproximar la parte posterior de la lengua, que está curvada, al velo del paladar, al dejar pasar rozando el aire por esa interrupción y sin vibrar las cuerdas vocales, como en las palabras ‘caja’, ‘rojo’, ‘Julio’.

Existe un sonido relajado de la J en posición final de palabra como en ‘reloj’.

K

Origen gráfico:

De la kappa griega

Ejemplo de uso: Kilo

K, undécima letra del alfabeto español. Aparece con su forma actual en el alfabeto romano, como correspondiente de la letra griega kappa, de la que procedía; ésta a su vez tenía su origen en un jeroglífico egipcio. En el alfabeto español se introdujo sólo para transcribir términos procedentes de otras lenguas, como kilómetro o kilowatio, palabras de origen griego; krausismo, de origen germánico; kermés, galicismo; kárate, del japonés o kurdo. La Real Academia Española suele permitir en muchos casos que se escriba con C o QU siempre que sea posible, cosa muy extendida en toda América. Sin embargo, mantiene la escritura de esta letra en los nombres propios de origen extranjero como Kant, Keppler, Okinawa o Kelvin.

En español la k, representa un fonema consonante velar oclusivo y sordo, idéntico al que representan las grafías QU, ante e, i, y C ante las vocales a, o, u. Este mismo sonido parece ser el más universal que corresponde a esta letra. Existe una K muda en inglés si va en posición inicial y seguida de N como en know.

L

Origen gráfico:

De la L latina y ésta de la lambda griega

Ejemplo de uso: Loro

L, duodécima letra del alfabeto español. Su nombre es ele. En latín apareció primero la forma L de la letra mayúscula, procedente de la letra griega lambda. Esta a su vez tenía su origen en un jeroglífico egipcio.

En español el sonido de la L se describe fonéticamente como una consonante alveolar lateral, que se produce al apoyar la punta de la lengua contra los alvéolos o las encías y dejar pasar el aire por los lados de esa barrera. Así se pronuncia en términos generales la L de ‘lado’, ‘mal’ y ‘doble’.

En español existe un dígrafo constituido por dos eles seguidas, LL, que representan el sonido de otra consonante, la elle. Este sonido se produce al apoyar la parte central de la lengua curvada en el centro del paladar, mientras se deja pasar el aire por los lados que configura esa barrera, en una ligera implosión. Ese sonido es el de las palabras ‘calle’, ‘lluvia’ y ‘cuello’. Existen diferencias importantes en la pronunciación de esta consonante, dependiendo de las diversas zonas dialectales. También existe un uso bastante extendido de pronunciar igual la elle y la Y griega. A este fenómeno se le llama yeísmo. En catalán existe la posibilidad de escribir L.L, para representar el sonido de dos eles, que a pesar de estar juntas cada una pertenece a una sílaba distinta, como en la palabra il.luminació; a este diágrafo se le llama ele geminada.

M

Origen gráfico:

De la M latina y ésta de la mu griega

Ejemplo de uso: Mariposa

M, decimotercera letra del alfabeto español. Su nombre es eme. Procede del latín que la tomó de la letra griega mu, y que a su vez tuvo su origen en un jeroglífico egipcio que representaba un búho.

El sonido de la M se emite impidiendo la salida del aire por la boca con los labios, abriendo el velo del paladar para dar resonancia nasal y poniendo en vibración las cuerdas vocales; por lo tanto, la corriente de aire se emite por la nariz y el sonido recibe así una resonancia nasal. Este sonido es el de la M en ‘mamá’, o ‘cambio’. Ante los sonidos /p/ y /b/, como en ‘hombre’ o ‘campo’ tiene un sonido próximo a la N. Pasa a pronunciarse como N en final de palabras como en ‘álbum’ y ‘ultimátum’. No se pronuncia en el grupo MN cuando es inicial de palabra, como en ‘mnemotécnico’.

N

Origen gráfico:

De la N latina y ésta de la un griega

Ejemplo de uso: Nubes

N, decimocuarta letra del alfabeto español que procede del latín y que a su vez viene de una letra griega. Su nombre es ene. Los griegos la llamaron nu, por su denominación semítica y fenicia nun, que significa ‘pez’, tomada de la representación de una línea de agua en un jeroglífico egipcio.

El sonido de la letra n se emite a través de la nariz, con la vibración de las cuerdas vocales, en tanto que la lengua, apoyada en los alvéolos, impide el paso del aire por la boca. Así se pronuncia la N de ‘nena’ o la de ‘son’. Existe una N dental producida por la posición de la lengua en contacto con la parte posterior de los dientes, cuando va delante de T, o de D, como en las palabras ‘antes’ y ‘andar’, aunque es más clara en francés. Se pronuncia como M cuando va junto a V, como en la palabra ‘envidia’. Apenas tiene sonido o lo tiene muy relajado cuando va junto a M en el grupo NM, como en la palabra ‘inmenso’.

Ñ

Origen gráfico:

Desde el s. XII los copistas añaden una ~ para la doble NN=Ñ, en el s. XV Nebrija la reconoce como elemento autóctono del castellano.

Ejemplo de uso: nandu

Ñ, decimoquinta letra del alfabeto español. Su nombre es eñe y sólo se usa en español. Su forma procede de la consonante N. La virgulilla que lleva en la parte superior tiene su origen en la escritura de los copistas medievales, que la emplearon desde el siglo XII como signo escrito sobre una letra y que significaba carácter repetido, es decir, ñ = nn, õ =oo. Dos siglos más tarde este uso quedó restringido para la letra N. En el siglo XV, Antonio de Nebrija identificaba esta letra y su sonido como elementos autóctonos en el castellano, por no tener precedente ni en griego, ni en latín, ni en árabe.

La “ñ” es la representación gráfica del sonido nasal palatal, que se representa según el Alfabeto Fonético Internacional (AFI) como /ɲ/. La ejecución de dicho sonido es expulsar el aire por la nariz, haciendo vibrar las cuerdas vocales y con la lengua presionando el paladar duro.

Para este sonido, las lenguas romances adoptaron diferentes soluciones: nh en portugués, -ny- en aragonés y catalán, -gn- en francés e italiano, y otras muchas soluciones en otras familias lingüísticas. En español se adoptó el símbolo “ñ”.

¿Cuál es el origen de este extraño símbolo? Como todos los idiomas, el español ha estado sujeto a un desarrollo histórico desde el latín, variando algunas de sus grafías para adaptarse a los sonidos que iban surgiendo con el paso de los años: la W, la J, la LL que se iban asociando a nuevos sonidos que no existían en latín.

Durante la Edad Media, y debido a la escasez de pergaminos que sufrían los monasterios benedictinos que se dedicaban a la copia de libros, los monjes de dichos monasterios se veían obligados a ahorrar espacio en las obras. Debido a este ahorro, las palabras que contenían la grafía “-nn-” latina (ej: annus, año) comenzaron a escribirse con una sola “n” coronada por una “n” de menor tamaño (~) llamada virgulilla. Ese fue el origen de la “ñ”. Esa misma virgulilla fue usada por el portugués para representar la nasalización de las vocales: cão, del término latino canem.

El sonido de la Ñ es el de palabras ñu, caña, ñora, ñandú, y puño. En otras lenguas romances peninsulares este sonido se representa mediante dígrafos: en catalán se hace con las letras NY, en portugués con NH, mientras que en gallego se usa la grafía del castellano Ñ, aunque en los últimos diez años existe una vacilación entre la grafía Ñ y la portuguesa NH. En otras lenguas románicas, como el francés o el italiano, es el dígrafo GN el que representa el mismo sonido.

España, puertorriqueño, limeño, año, montaña, peña… y muchas más palabras contienen la letra ñ. Una letra que es símbolo del hispanismo y que ha superado en los últimos tiempos algunos problemas, los mismos que la han reforzado como dicho símbolo.

A diferencia de lo que normalmente se piensa, no es una letra exclusiva del alfabeto español, sino que está presente en otros alfabetos del mundo, aunque sí es cierto que algunos la tienen por su relación con la lengua española. Los alfabetos que tienen también la grafía ñ son: bretón, extremeño, asturleonés, euskera, gallego, chamorro, mapudungun, filipino, quechua, guaraní, tártaro de Crimea, tetun y wolof.

O

Origen gráfico:

De la O latina, que recogía la omicron y la omega griegas.

Ejemplo de uso: Ojo

O, decimosexta letra del alfabeto español y cuarta vocal de éste y de muchos otros alfabetos de las lenguas de origen europeo. En principio era un signo fenicio que representaba un sonido gutural aspirado. Los griegos adoptaron este signo para representar la omicron (Ο), O breve, y añadieron un signo distinto para representar la letra O larga, la omega (Ω). En el alfabeto latino se incorporó una única letra para los dos sonidos. La letra O del español suele tener como origen más frecuente el de una O, el de una U o el diptongo AU del latín; las palabras españolas hoja, lobo, pobre, proceden de las latinas folia, lupum, pauperem. La O del español no tiene diferencias apreciables en su pronunciación y el sonido /o/ sólo puede representarse mediante esta letra. En otras lenguas romances el sonido de la o /o/ puede recibir la grafía AU.

P

Origen gráfico:

De la P latina y ésta de la ro griega

Ejemplo de uso: Plátanos

P, decimoséptima letra del alfabeto español, que procede del latín como adaptación de la letra griega pi, que a su vez tuvo su origen inicial en un jeroglífico egipcio. Su nombre es pe.

En español la consonante P no presenta diferencias notables en su pronunciación; fonéticamente se describe como una consonante oclusiva, sorda, que tiene el mismo punto de articulación de la B, porque es bilabial. En las palabras españolas que son préstamos de otras lenguas el sonido P en posición inicial corresponde a otra P originaria, como ‘pala’ del latín pala, ‘paradigma’ del griego paradeigma, ‘patata’ que se tomó de América, y ‘papaya’, palabra de origen filipino. La letra p es muda cuando va en posición inicial en los grupos PS y PN como en ‘psicólogo’, ‘pneumólogo’. La Real Academia Española permite incluso su desaparición de los escritos y así se ha generalizado en el grupo PN, pero existe una mayor resistencia a borrar la P del grupo PS. En español no existe la combinación PH para representar el sonido /f/, cosa que sí sucede en las demás lenguas romances, y sólo se admite este dígrafo en el caso de algunas marcas comerciales.

Q

Origen gráfico:

De la Q latina y ésta de la qoph fenicia

Ejemplo de uso: Queso

Q, decimoctava letra del alfabeto español, procedente, a través del latín y del griego, de la letra fenicia qoph, que a su vez se desarrolló desde un jeroglífico egipcio. En las lenguas semíticas, la qoph representa un sonido explosivo, y muy diferente de la menos enérgica consonante griega.

En las lenguas románicas y en otras lenguas modernas, siempre va delante de la letra U excepto en las transcripciones de la semítica qoph, como en la palabra ‘Iraq’, de donde procede el gentilicio ‘iraquí’, aunque en el español escrito, como en otras lenguas, se vacila entre Iraq e Irak, aunque la Academia recomienda Irac. En castellano la letra q se llama cu, y como en el resto de las lenguas procedentes del latín, sólo se utiliza acompañada de la U muda con las vocales E, I como en las palabras ‘queso’, ‘pequeño’, ‘quien’ y ‘mantequilla’. Tiene el mismo sonido consonante que la C ante la A, la O y la U.

R

Origen gráfico:

De la R latina y ésta de la ro griega.

Ejemplo de uso: Rosa

R, decimonovena letra del alfabeto español. Su nombre es erre. La R mayúscula o capital en su forma moderna apareció primero en el alfabeto romano como adaptación de la letra griega ro. Este carácter griego correspondía al fenicio resh, que a su vez se originó en un jeroglífico egipcio.

La letra R presenta una gran variedad de sonidos, según la lengua que la utilice. Los más frecuentes son, el de una consonante vibrante como la R del español y del italiano, y el de una consonante uvular R, como la del francés de ‘París’. En varias lenguas, incluyendo el sánscrito, el checo y el servocroata, la R se utiliza como vocal y como consonante: por ejemplo Trst por ‘Trieste’.

El sonido de la letra r, /r/, del español se pronuncia de varias maneras; dependiendo de su posición dentro de una palabra, puede hacer vibrar la lengua una o dos veces, como en las palabras ‘caro’, ’roca’, ‘croar’, ‘enredar’ y ‘drama’. También existen variedades en la pronunciación de la R dependiendo de la norma de pronunciación que exista en los diversos países que hablan español; ello explica que la pronunciación de la R como L sea la norma en Puerto Rico y resulte inaceptable en la norma de México, o que la R de Bolivia y algunas zonas de Perú y Chile no se produzca en Venezuela o Andalucía. En la escritura se escribe una sola letra cuando reproduce una sola vibración dentro de una palabra (Caracas); cuando reproduce dos o más vibraciones se escribe una sola erre en posición inicial, y cuando lleva delante o detrás otra consonante, ‘Roma’, ‘amor’, ‘Cárdenas’, ‘Andrés’. El sonido vibrante múltiple se escribe con un dígrafo RR, erre doble, cuando está en el interior de una palabra y se encuentra en posición intervocálica, ‘perro’.

S

Origen gráfico:

De la S latina.

Ejemplo de uso: Salvavidas

S, vigésima letra del alfabeto español. Apareció en su forma moderna por primera vez en el alfabeto romano, como equivalente de la letra griega sigma, que procedía originariamente de un carácter hierático egipcio basado en un jeroglífico que representaba un jardín inundado.

El sonido de la letra s, /s/, técnicamente conocido como consonante sibilante, puede ser sordo y sonoro. En español la letra S representa el sonido de una consonante sorda con dos variedades básicas de pronunciación: una se produce al colocar el ápice de la lengua casi apoyado en el alvéolo, dejando paso al aire que sale rozando y sin vibrar las cuerdas vocales. Recibe el nombre de S apicoalveolar, por la posición de la lengua. Es la predominante en España y algunas zonas de América. La otra variedad, llamada predorsal, se pronuncia al colocar el dorso de la lengua ligeramente curvado, casi apoyado en la parte posterior de los incisivos, que deja paso al aire por ese conducto. Este sonido es el más frecuente entre los hispanohablantes dado que existe mayoritariamente en el español americano y en algunas zonas de España. La letra S puede recibir el valor fonético de Z cuando hay ceceo por razones dialectales, como en Andalucía. Existe una S sonora en español cuando está en contacto con otra consonante sonora, como en ‘desde’. En otras lenguas la letra S recibe otros valores fonéticos, así en inglés y en portugués puede sonar como SH, en palabras como sure y portugués.

T

Origen gráfico:

De la T latina y ésta de la tau griega

Ejemplo de uso: Tarta

T, vigésima primera letra del alfabeto español. Su nombre es te. Se deriva de un carácter romano del mismo nombre, que se tomó de la letra griega tau. Procede de taw, última letra del alfabeto fenicio que representa una cruz o marca de pertenencia. Ésta a su vez tiene su origen en un jeroglífico egipcio.

La letra t representa el sonido que se produce al chocar el paso del aire con la punta de la lengua, que está apoyada en la parte interior de los dientes mientras permanecen inactivas las cuerdas vocales. La consonante T presenta escasas variaciones dentro del español. Existe una pronunciación parecida a la del inglés americano en el español de Chile.

U

Origen gráfico:

De la upsilon griega, refleja el sonido vocálico de la V latina

Ejemplo de uso: Uvas

U, vigésima segunda letra del alfabeto español y última de sus vocales. Su nombre es u. Evoluciona a partir de la semítica vau. La letra vau tiene su origen en un jeroglífico egipcio. A partir del símbolo fenicio, que tenía una forma intermedia entre F y Y, los griegos produjeron dos caracteres, la digamma, que pervive como nuestra actual letra F, y la upsilon (υ), que tuvo el valor de la U y se pronunciaba en griego clásico como la U del francés moderno, en tanto que el sonido de la vocal española se representaba con el diptongo OU, también como en el francés moderno. La forma V llegó a Roma, donde representó un sonido U como la U actual del español.

V

Origen gráfico:

De la V latina, adaptación de la upsilon griega. Se usó indistintamente con la U hasta el s. XVII

Ejemplo de uso: Vino

V, vigésima tercera letra del alfabeto español. Su nombre es uve. La forma de la letra mayúscula apareció primero en latín, que la había adaptado de la letra griega upsilon. A su vez, ésta procedía de un jeroglífico egipcio. En castellano las letras U y V se usaron indistintamente al menos hasta el siglo XVII.

En español moderno no existe diferencia entre el sonido de la letra V y el de la letra B, excepto en algunos países de América Latina y en las zonas bilingües de Cataluña, Baleares y Valencia, donde se hereda la pronunciación autónoma de V como consonante que suena al presionar el labio inferior contra los dientes superiores y expulsar el aire por la boca mientras vibran las cuerdas vocales.

W

Origen gráfico:

De la unión gráfica de dos V.

Ejemplo de uso: Kiwi

W, vigésima cuarta letra del alfabeto español. Su nombre es uve doble o doble u. Este signo es más la unión de dos caracteres que una letra propiamente dicha. En español la letra w no se utiliza más que en palabras procedentes de otras lenguas. Si son préstamos de voces tomadas de los godos o del alemán, se pronuncia como una V, como en las palabras ‘Wamba’, ‘Wagner’, ‘Westfalia’. Si son préstamos del inglés moderno, tiene un sonido de U semiconsonante, como en ‘Washington’.

X

Origen gráfico:

De la X latina. En español antiguo representaba un sonido como SH inglés que evolucionó a fricativo velar sordo (J).

Ejemplo de uso: Xilófono

X, vigésima quinta letra del alfabeto español. Se llama equis. Su forma, valor fonético y nombre proceden del latín, a través del griego, y en última instancia de un jeroglífico egipcio.

La letra X representa una consonante compuesta de un sonido /g/ sonoro o /k/ sordo seguido de otro sonido /s/. Si la pronunciación es cuidadosa suena como ‘examen’ y ‘éxito’. Si va seguida de una consonante, su sonido se reduce al de una S como en ‘excepto’ aunque en algunos países americanos sigue pronunciándose CS. En el español antiguo representó un único sonido semejante al de la SH del inglés o la CH del francés; este sonido evolucionó luego hasta hacerse J. En las palabras de origen náhuatl, la letra equis puede pronunciarse como S, Xochimilco o Xóchitl; como J, México u Oaxaca; y SH, xocoyote o mixiote. En la actualidad las palabras que se escriben con una X inicial proceden del griego, como ‘xeroftalmia’.

Y

Origen gráfico:

De la trasliteración romana de la upsilon griega

Ejemplo de uso: Yema

Y, vigésima sexta letra del alfabeto español. Procede de la transliteración romana de la letra griega upsilon (υ). Su nombre es i griega.

En la lengua actual la y representa dos valores fonéticos, uno vocálico, /i/, y otro consonántico sonoro palatal, /y/. Este valor fonético coincide con el que representa la letra elle y se da en países de América y en algunas zonas de España. La confusión de los dos sonidos recibe el nombre de yeísmo. Hay una variación importante en la pronunciación de la letra Y como consonante palatal, que procede del español antiguo. Se emite poniendo el dorso de la lengua en contacto con el paladar duro y haciendo vibrar las cuerdas vocales. Coincide con el sonido actual de la J en inglés o francés y sólo se conserva en algunas regiones centrales de España. En Uruguay y Argentina existe otra variación, una vibración especial, que recuerda a la CH. Como vocal, su uso se remonta a la edad media, cuando los copistas se habituaron a sustituir a la por I. La letra Y tiene un valor fonético /i/ cuando va antes de una pausa, y en posición final, como en Monterrey, cuando la conjunción Y va entre dos palabras de las que la primera termina en consonante, y la otra empieza también por consonante, como en el grupo ‘mujeres y niños’. Cuando está en contacto con una vocal suele tener valor de semivocal como en ‘vecino y amigo’.

Z

Origen gráfico:

De la Z romana

Ejemplo de uso: Zapatillas

Z, vigésima séptima y última letra del alfabeto español. Su nombre es zeda o zeta. Proviene del alfabeto romano que la derivó de una letra griega, la cual tenía su origen en un jeroglífico egipcio.

El sonido de la z habitual aparece en palabras como ‘zafiro’, ‘pozo’ y ‘feliz’. Se pronuncia como la C ante E, I pero la zeda conserva su sonido ante todas las vocales. La letra Z consonante se produce al apoyar la punta de la lengua entre los dientes, dejando pasar el aire por este obstáculo con un rozamiento y sin hacer vibrar las cuerdas vocales. Esta pronunciación es propia de España. Existe otra variedad del sonido que sitúa la lengua doblada en el paladar duro y la pronuncia como s.

Esta pronunciación es la correcta en Andalucía, Canarias y en casi toda la América hispanohablante.

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2018-12-20T14:25:45+00:00
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